viernes, 3 de noviembre de 2017

INCOMPRENSIBILIDAD E INTERPRETACIÓN CLARK-VANTIL

Por: Marcelo Sanchez


Creo que es importante antes de entrar al tratamiento de los puntos de la gracia común mostrar que su negación o aceptación se debe a dos formas de entender doctrinas más fundamentales. Esta controversia no sólo es importante para el conocimiento de la extensión del amor de Dios, sino que ella refleja entendimientos distintos acerca del Ser de Dios y de Su revelación.

Uno de los atributos de Dios es el de la incomprensibilidad. Según el entendimiento que se tenga acerca de este atributo la posición en cuanto a la Revelación y a la gracia común va a variar. El atributo de la incomprensibilidad se relaciona con lo que Dios conoce y lo que nosotros podemos conocer de Él y toma su nombre a partir de la traducción de los versos 9 y 12 del credo Atanasio, donde leemos que “Incomprensible es el Padre, incomprensible el Hijo, incomprensible el Espíritu Santo…  un solo incomprensible”, sin embargo esta no es la mejor palabra para traducir el término latín Immensus que sería mejor traducido como infinito. La palabra comprender puede significar entender o contener. Siendo sólo este último sentido el que se relaciona con el credo Atanasio: Dios no puede ser contenido, pues él es infinito. Lo que se niega en la doctrina de la incomprensibilidad es que Dios pueda ser conocido en su totalidad, aceptando que lo que de él puede ser conocido es verdadero. R.C. Sproul afirma esto mismo diciendo:

La incomprensibilidad de Dios no significa que no sabemos nada sobre Dios. En realidad significa que nuestro conocimiento será parcial y limitado, que nunca podremos alcanzar el conocimiento total y exhaustivo de Dios. El conocimiento que Dios nos da sobre sí mismo mediante la revelación es verdadero y útil. Podemos conocer a Dios en la medida que Él decida revelarse a sí mismo. Lo finito puede "aprehender" a lo infinito, pero lo finito no podrá nunca contener a lo infinito en sus manos. Siempre habrá algo más de Dios que lo que podamos aprehender.[1]

A pesar de que hasta aquí parece ser simple el entendimiento de la doctrina, esta se hace más compleja cuando vamos a hilar más fino. Sabemos que el hombre puede conocer a Dios pero mismo entre teólogos reformados se discute que tipo de conocimiento es el que el hombre puede obtener. Algunos teólogos afirman que el hombre tiene un conocimiento que es análogo al conocimiento que Dios tiene, otros afirman que los hombres tienen un conocimiento unívoco. Históricamente la diferencia sobre esta diferencia entre los teólogos reformados tuvo su punto más álgido en la llamada controversia Clark - Van Til. Los vantilianos, en el documento de queja que presentaron al sínodo de Filadelfia de la OPC debido a la ordenación de Clark, afirman su posición sobre esta doctrina. En ese documento ellos afirman que Dios, por causa de su propia naturaleza debe permanecer incomprensible al hombre. Todo conocimiento que el hombre puede tener acerca de Dios difiere del conocimiento de Dios en un sentido cualitativo y no solamente de grado. Así el conocimiento de Dios y el conocimiento del hombre no coinciden en ningún punto. Una proposición no tiene el mismo sentido para el hombre y para Dios. El conocimiento es analógico al conocimiento que Dios posee, pero nunca puede ser identificado con el conocimiento que Dios posee acerca de la misma proposición. Debido a la propia naturaleza infinita y absoluta del conocimiento que Dios posee de Sí y de todas las cosas debe permanecer un misterio que la mente finita del hombre no es capaz de penetrar.[2]

La respuesta del presbiterio, aceptando el pensamiento de Clark, propone cuatro afirmaciones que difieren de la propuesta de conocimiento analógico. Ellas son

1. La esencia del ser de Dios es incomprensible para el hombre excepto cuando Dios revela verdades en relación con su propia naturaleza;
2. El tipo de conocimiento de Dios, una intuición eterna, es imposible para el hombre;
3. El hombre nunca puede conocer exhaustiva y completamente el conocimiento de Dios de cualquier verdad en todas sus relaciones e implicaciones; porque… toda verdad tiene un infinito número de relaciones e implicaciones y debido a que cada una de aquellas implicaciones tiene otro infinito número de implicaciones, estas deben, incluso en el cielo, permanecer inagotables;
4. La doctrina de la incomprensibilidad de Dios no significa que una proposición (por ejemplo: dos por dos es cuatro) tiene un significado para el hombre y un sentido cualitativamente distinto para Dios, o que alguna verdad es conceptual y otra verdad sea no conceptual en su naturaleza.[3]

Vemos en ambas posturas el reconocimiento de que Dios no puede ser entendido en su totalidad, pero también una gran diferencia en cuanto al conocimiento que podemos obtener. Básicamente la diferencia se relaciona con la pregunta ¿Una proposición bíblica tiene el mismo significado para Dios y para los hombres? Van Til, por ejemplo, afirma que no; Clark, responde de forma positiva.

Esta diferencia se relaciona directamente con la posición que se va a tomar en cuanto a la gracia común. Van Til argumenta precisamente esto cuando dice
Hay algunos que han negado la gracia común. Ellos han argumentado que Dios no puede tener ninguna actitud de favor… hacia los que son ‘vasos de ira’. Pero pensar así es hacer la lógica mandar sobre la Escritura. Contra Hoeksema y Schilder, he afirmado que debemos pensar más concreta y analógicamente que ellos… Todas las verdades de la religión Cristiana tienen la necesidad de parecer ser contradictorias… No tememos en aceptar lo que parece ser contradictorio… En el caso de la gracia común, como en el caso de cualquier otra doctrina, debemos buscar tomar todos los factores de la Escritura y unirlos en relaciones sistemáticas con los otros tanto como podamos. Pero no debemos esperar tener una relación lógicamente deducible entre una doctrina y otra. Sólo esperamos tener un sistema analógico.”[4] (Énfasis míos).

En otra ocasión Van Til afirma “ya que Dios no es totalmente comprensible para nosotros, debemos ir a lo que parece ser contradictorio en nuestro conocimiento. Nuestro conocimiento es analógico y por lo tanto debe ser paradójico.”[5] El entendimiento de que nuestro conocimiento es análogo al de Dios permite que el teólogo acepte contradicciones en la Biblia. Van Til diría que son contradicciones para la lógica humana, pero no para Dios pues Dios piensa con una lógica distinta a la del hombre. Para él, armonizar la Escritura consigo misma es racionalismo o, como ya fue citado, colocar a la lógica por encima de la Escritura. Pero este tipo de pensamiento acerca del Ser de Dios y de su revelación mina la posibilidad de hacer teología sistemática. Niega, al final, la necesidad de interpretar la Escritura. Si el conocimiento debe ser paradójico se puede afirmar cualquier cosa. Pero los principios de interpretación de la Escritura trabajan con una visión diferente. Arthur W. Pink afirma que
Ningún versículo de las Escrituras debe ser explicado de modo que genere un conflicto con lo que es enseñado clara y uniformemente en las Escrituras como un todo, nuestra única regla de fe y obediencia. Esto requiere del expositor no solo un conocimiento del sentido general de la Biblia, sino también que él se dé el trabajo de reunir y comparar todos los pasajes que tratan o tienen relación específica con el asunto delante de sí, de modo que pueda obtener la intención plena del Espíritu acerca del asunto.[6]

Este principio interpretativo recibe el nombre de Analogía de la Fe y es clave para la interpretación reformada de las Escrituras. Este principio, según Anglada, “significa que un pasaje bíblico debe ser interpretado a la luz de la enseñanza general y uniforme de las Escrituras. Negativamente, significa que las Escrituras no se pueden contradecir a sí mismas.”[7] El mismo autor, hablando del trabajo del intérprete y unidad de la Palabra afirma que “el intérprete de las Escrituras necesita tener buena comprensión general de las doctrinas bíblicas, y de cómo ellas se relacionan entre sí y dependen unas de otras, formando una unidad armónica, un cuerpo doctrinario unificado.”[8]
Así como los principios de interpretación, la dogmática también se fundamenta en el principio de unidad de la Escritura. La Teología Sistemática trabaja con la Biblia como un todo uniforme y armónico porque ella refleja el carácter de Dios, en quien no existen contradicciones. Hoeksema afirma que la Dogmática procede de la asunción que la verdad revelada en la Biblia puede ser formulada en un sistema lógico.[9] Negar la unidad de la Escritura significa también negar la unidad en la mente de Dios. Dios es un ser racional y está limitado por la racionalidad “en la misma manera que Él está “limitado” por su bondad, o por su belleza, o por su santidad. Dios nunca es malo, feo, o no santo; así mismo, Dios nunca es ilógico o irracional.”[10] Es racionalidad de Dios lo que nos permite creer que existe revelación y que ella puede ser entendida por los hombres. Usando las palabras de Clark podemos decir que “Ya que Dios es racional y omnipotente Él no tiene problemas en expresar adecuadamente su verdad en palabras. Ya que el hombre también es racional, él no tiene problemas inherentes para entender las palabras de Dios.”[11]

Este entendimiento de la doctrina de la incomprensibilidad y su aplicación al estudio de la interpretación bíblica y la teología sistemática, ahora enfocado especialmente a la doctrina de la gracia común, es el que rige este trabajo. Por cierto, este entendimiento es también el de los reformadores. Lutero, en su acostumbrado estilo, afirmó que “es imposible que la Escritura pueda contradecirse; eso sólo es así para hipócritas obstinados y sin sentido.”[12]

[1] SPROUL. R.C. Verdades Essenciais da Fé Cristã. 1° Caderno. São Paulo: Cultura Cristã (1999). P. 34.

[2]  “The Complainant”
[3] “The Answer”
[4] VAN TIL, Cornelius. Common Grace and the Gospel, Presbyterian and Reformed Publishing Company, 1973, 165-166.)
[5] VAN TIL, Cornelius. The Defense of the Faith. Phillipsburg, NJ: Presbyterian & Reformed, 3rd edn, 1967. P. 44.
[6] PINK, Arthur W. Interpretation of the Scriptures. Albeny: Ages (2000), 36.
[7] ANGLADA, Paulo. Introdução à Hermenêutica Reformada. Ananindeua: Knox Publicações (2006),168.
[8] Ibid, 170.
[9] HOEKSEMA, Herman. The Clark – Van Til Controversy. Unicoi: The Trinity Foundation (2005) P. 33-39.
[10] PRATT, Bill. ¿Dios está sujeto a la lógica? Recuperado el 11 de Agosto de 2011, de http://reformadoreformandome.wordpress.com/2010/09/14/%C2%BFdios-esta-sujeto-a-la-logica/
[11] CLARK, Gordon H. Language and Theology. Jefferson: The Trinity Foundation (1993). P. 141.
[12] Citado en WOODBRIDGE, John D. Biblical Authority: A Critique of the Rogers/McKim Proposal. Grand Rapids: Zondervan (1982), 53.
La dirección del blog de Marcelo Sánchez es: reformadoreformandome.wordpress.com/