martes, 18 de abril de 2017

JESUS, LA LEY Y LA MUJER ADULTERA


JESÚS, LA LEY Y LA MUJER ADULTERA
Por Marcelo Sanchez

Oleo Philippe De Champaigne

Las tablas de la ley
Hoy tengo que entregar un trabajo para mi clase de hermenéutica donde se aclare una aparente contradicción en la Biblia.

Debido a la discusión que en estos días se está produciendo en el blog Sujetosalaroca.org y a la permanente pregunta que se hace sobre la pena de muerte y el cristianismo me propuse estudiar el texto de la mujer adúltera, donde aparentemente Jesús deja de aplicar la ley para libertar a la mujer.

Les invito a leer el resultado de mi tarea.

Jesús, la ley y la mujer adúltera
Muchas personas piensan que la actitud de Jesús, cuando lo enfrentan con la mujer adúltera, muestra que Él piensa que esa mujer no merece el castigo que la ley mosaica indicaba para ella. Con ello, dicen ellos, nosotros ya no estamos obligados a cumplir la ley. Esta interpretación de Juan 8:1-11 entra en una clara contradicción con Mateo 5:17, donde Jesús dice que Él no vino a abrogar la ley. El objetivo de este trabajo elucidativo es mostrar que una correcta interpretación del pasaje no es contradictoria con ningún otro texto de la Escritura.

Juan 8:1-11 y la crítica textual.
Muchos estudiosos afirman que la llamada perícope de adultera (Juan 7.53-8-11) no debería aparecer en la Biblia, muchas nuevas versiones de la Biblia ponen notas a pie afirmando esto. Entre los eruditos antiguos que aseguran que este texto no es canónico están Beza, Grotius, Baxter y Hammond , entre los actuales están Donald Carson y F. F. Bruce, quien pone este texto sólo como un apéndice en su comentario al Evangelio de Juan. Al otro lado, es decir, entre quienes afirman la canonicidad de esta perícope, están Agustín, Ambrosio, Zuinglio, Calvino, Melancthon , Erdman y Archer.
El argumento para que este texto no esté en la Biblia sería que este texto no está en los manuscritos más antiguos, ni en los comentarios de los padres de la iglesia y que la tendencia moral del pasaje es dudosa. Agustín, al respecto de este pasaje, dice: “Ciertas personas de poca fe, o enemigos de la verdadera fe, temiendo, supongo, que sus mujeres vieran impunidad al pecar, removieron de sus manuscritos el acto de perdón del Señor hacia la adúltera, como si el dicho “no peques más” hubiera garantizado un permiso para pecar.” Este testimonio de Agustín, como la forma característica de los escritos juaninos nos hace pensar que el texto sí es inspirado y en este artículo lo voy a tratar de esa manera.

El Relato
El texto nos dice que mientras Jesús estaba enseñando en el templo, un grupo de escribas y fariseos trajeron frente a Él, con la intención de que Jesús hiciera algo de lo cual ellos pudieran acusarle, una mujer que había sido sorprendida en el acto del adulterio para que Jesús les dijera que hacer con ella. Jesús no respondió la pregunta y los líderes religiosos volvieron a hacerla, ante esto Jesús dice la famosa, y mal interpretada frase “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella” (v. 7). Ninguno de los que estaban ahí tiró una piedra sobre ella. Al ver esto Jesús dice a la mujer “¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?” (v. 10) y luego “Ni yo te condeno; vete, y no peques más.”


La trampa.
El pasaje bíblico nos dice que los escribas y fariseos ponen a Jesús en esta situación “para poder acusarle.” ¿Acusarle de qué? Levíticos 20:10 enseña, como dijeron los escribas y fariseos, que quien comete adulterio debía morir. Si Jesús hubiera dicho que la mataran en ese momento hubiera actuado contra la ley romana que decía que los judíos no podían aplicar la pena de muerte sino que debían actuar los tribunales romanos como es afirmado en Juan 18:28-31, cuando Pilato pide a los fariseos que ellos mismos juzgaran a Jesús ellos dicen que es contra la ley hacerlo, sin embargo es lo que le pedían a Jesús que hiciera. Así ellos tendrían ocasión para hacer un juicio contra Jesús. Estos hombres no tenían ninguna intención de hacer justicia en el caso de la mujer, su única intención era hacer pecar a Jesús.

Si Jesús hubiera dicho que la mujer no debía morir entonces lo hubieran acusado de estar contra la ley de Moisés. Esta es la misma estrategia que usaron cuando le preguntaron por los tributos al césar (Mateo 22:17-22). Agustín se imaginó que los escribas y fariseos “se dijeron a sí mismos: ‘Pongámoslo frente a una mujer sorprendida en adulterio; preguntémosle qué dice la ley al respecto; si permite la lapidación, no tendrá reputación entre los gentiles; si Él sentencia que la dejen ir, no mantendrá su justicia.’”

La respuesta de Jesús.
Para muchos la respuesta de Jesús es una señal de abolición de la pena de muerte, para otros muestra que los cristianos estamos libres de cumplir la ley mosaica, sin embargo, si Jesús hubiera respondido así hubiera sido acusado por sus perseguidores.
Vemos en el actuar de Jesús que Él conocía de las intenciones de los escribas y fariseos, tal como cuando ocurrió el episodio de los tributos y los llamó “hipócritas” (Mateo 22:18). Cuando Jesús dice: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella” (v. 7) está llevando la discusión a un terreno legal. Jesús sabía exactamente cuál era el proceso que se debía seguir según la ley mosaica y éste no se estaba cumpliendo en la situación de esta mujer.

Este proceso es ilegal por lo menos por tres causas. La primera es que Levítico 20:10 dice “Si un hombre cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera indefectiblemente serán muertos,” lo mismo hace Deuteronomio 22.24. Aunque la mujer fuera culpable, como de hecho lo era, ella no podía ser juzgada pues no estaba ahí su cómplice. Sin el varón adúltero no podía tomarse una acción legal contra ella.
La segunda causa es, como afirma Archer, que “una condena tan grave como aquella debía ser determinado por un tribunal competente, y legalmente constituido, como el grupo de ancianos al pie del portón de la ciudad. ” En Lucas 12:13-14 encontramos una situación donde también se le pide a Jesús que sea juez en un asunto legal y él responde “Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor?” No era a Jesús que le correspondía dictar la condena sobre esta mujer, de haberlo hecho hubiera estado contra la misma ley (Deut. 17:8-11).

La tercera causa es que, como ya fue mencionado, los judíos estaban impedidos de castigar a alguien con la pena capital, la pena de muerte solo podía hacerse efectiva con la expresa autorización del Imperio Romano.

La respuesta de Jesús, lejos de abrogar la ley, lo que hace es apuntar a la perfecta aplicación de la ella. Cuando Jesús dice “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella” está citando a Deuteronomio 17:7 que dice “La mano de los testigos caerá primero sobre él para matarlo, y después la mano de todo el pueblo; así quitarás el mal de en medio de ti.” Jesús, de esa manera, pide que los testigos del adulterio sean quienes comiencen con la ejecución de la mujer para dar cumplimiento así al procedimiento legal impuesto por Moisés, además pide que esos testigos estén libres de aquel pecado pues “Dios requiere, en la acusación de crímenes capitales, que los testigos que traen la acusación contra una persona sean inocentes de ese mismo crimen.”
Mucho se ha hablado sobre a quién apuntaba Jesús cuando dice “El que de vosotros esté sin pecado.” La palabra griega avnama,rthtoj (aquel sin pecado) puede hacer referencia a Dios o algún hombre que nunca haya pecado, sin embargo ambas interpretaciones son imposibles. Es imposible imaginarse a Dios tirando piedras sobre aquella mujer y la interpretación que habla de un hombre que nunca hubiere pecado estaría contra Romanos 13:4, que hace referencia a los pecadores líderes del imperio romano. La interpretación más plausible sería que los testigos a los que Jesús pide que tiren las primeras piedras deberían estar libres del pecado del adulterio, lo que está acorde con la enseñanza del Señor en Mateo 7:5 y tiene apoyo en la literatura extra bíblica (por ejemplo 2 Macabeos 12:42), donde esta palabra es usada para referirse no al pecado en general sino que a uno particular.

La actitud de los acusadores de la mujer, que se retiraron al escuchar las palabras de Jesús, muestra que ellos no eran los testigos del adulterio o que no eran inocentes del pecado del adulterio, lo que no es poco probable dadas las palabras de Pablo en Romanos 2:22 y las de Jesús en Mateo 8:38. La trampa que escribas y fariseos planearon para Jesús al final fue de perjuicio para ellos mismos, que uno a uno, desde el más viejo al más joven, se fueron retirando del lugar.

No te condeno.
Al verse Jesús sólo con la mujer le pregunta “¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?” (v. 10). Jesús le hace ver que ella se había salvado de la muerte porque el procedimiento legal no se había cumplido, pues no estaban los testigos, pero en ningún caso le dice que es inocente o que ella no merecía la muerte. Esto es afirmado cuando Jesús le dice “vete, y no peques más,” lo que presupone que Jesús la entendía culpable y, por lo tanto, alguien que debía de arrepentirse de su pecado y dejar sus actos pecaminosos.
Una última lección puede ser obtenida de la palabra griega katakri,nw que quiere decir juzgar, pero en un contexto legal, como es en este caso, tiene la idea de “imponer una sentencia sobre el inculpado, con miras a la ejecución ” (comparar con Marcos 14:64). Algunos ven en esta palabra de Jesús una base para afirmar que los cristianos no deben juzgar, sin embargo al estudiar el contexto legal en que se encuentra vemos que se está refiriendo a que Él, que no es testigo del adulterio, no puede poner sobre ella la pena de muerte.

Conclusión.
Al analizar el contexto histórico, el uso que Jesús hace de la ley, y el significado de las palabras claves del pasaje en su contexto técnico – legal, podemos afirmar que este pasaje no contradice en nada a la ley y que, por lo tanto, tampoco contradice Mateo 5:17. Jesús no abroga ningún punto de la ley al dejar que la mujer salga viva de la situación sino que al contrario, Él muestra su profundo conocimiento y apego a la ley mosaica como la norma por la cual el hombre debe regir su vida y punir el pecado. Él afirma la aplicabilidad de la pena de muerte como la justa retribución por la transgresión de la ley.
En el texto de Juan 8:1-11 no hay apoyo para el antinomianismo, ni para quienes presentar una ética situacional. La ley de Dios es la base para toda conducta humana y la transgresión de ella siempre es llamada pecado.


Tomado de:
https://reformadoreformandome.wordpress.com/2009/05/20/jesus-la-ley-y-la-mujer-adultera/

Bibliografía
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