lunes, 29 de junio de 2020

Lenguaje Teológico - Spykman



Ninguna de estas diversas opiniones ofrece promesa alguna a una visión unificada de la vida. Todas presuponen una cosmovisión bi-factor. El atolladero que ellas han creado ha generado una acalorada controversia semántica sobre el actualmente popular tema de la "conversación sobre Dios" con sus profundas implicaciones para la hermenéutica, teología como un todo, y especialmente dogmática. La pregunta que surge es esta: ¿Qué estado, naturaleza y peso podemos asignar a la forma en que hablamos de Dios? ¿Cómo se relaciona el lenguaje que usamos al referirnos a Dios con lo que realmente es? En las discusiones actuales han surgido tres escuelas principales de pensamiento. Estas tres visiones son. como sigue.


a)Algunos sostienen que nuestro lenguaje acerca de Dios es equivoco. 
Dios y el hombre están a tal distancia que el lenguaje humano es incapaz de hablar de él con cierto grado de certeza. No es posible hacer afirmaciones directas, explícitas. Porque Dios y el hombre no tienen nada en común, no hay eslabón ni ligazón. Aquí el énfasis cae sobre la discontinuidad. No hay nada intermedio excepto un abierto abismo que el lenguaje no puede trasponer. Por eso todo "hablar de Dios" es, en el mejor de los casos, conjetural y dudoso. El concepto equívoco conduce al escepticismo o agnosticismo.

b) Otros sostienen que nuestro lenguaje acerca de Dios es unívoco. 
Este concepto presupone un sustancial grado de elementos comunes entre Dios y el hombre. Se los acerca tan estrechamente que se posibilita un número de cualidades compartidas, tales como el ser, tiempo, racionalidad, y lenguaje. La distinción Creador-criatura tiende a una superposición. Por eso nuestro "hablar de Dios" corresponde con exactitud a lo que Dios realmente es en una relación que en grandes rasgos es personal. Nuestro lenguaje es esencialmente del mismo orden que el de Dios. Aquí el énfasis cae en la continuidad. Llamar a Dios nuestro "Padre" significa que él es Padre en un sentido muy similar a nuestro concepto humano de paternidad. El concepto inequívoco representa una formulación exagerada de cómo se relaciona Dios con sus criaturas. Trata más bien de atenuar la soberanía divina o de exagerar la potencialidad humana, conduciendo al final a una forma de historicismo lingual, es decir, de tomar el lenguaje humano, que es un potencial de la creación que surge en respuesta a la Palabra de Dios, y convertirlo en normativo con referencia a Dios.



c) Un tercer concepto sostiene que nuestro lenguaje acerca de Dios es analógico. 
Implica una ruptura con el pensamiento bi-factor, comportándose mejor como una visión de tres factores. Es más que una simple mezcla de los otros dos conceptos aunque trata de reconocer el elemento de verdad tanto en la perspectiva equivoca como en la inequívoca. Sin embargo se ofrece como una auténtica alternativa. Pues no sitúa la norma ni en Dios, lo cual la aleja demasiado, ni en el hombre, lo cual la acerca demasiado, sino en la mediadora Palabra de Dios que mantiene unidos a Dios y el hombre en una relación comunicativa de revelación y respuesta. Todo gira en torno de la revelación. La Palabra de Dios es el logos del evangelio de Juan. (Esta idea de la mediadora Palabra de Dios dentro' de esta cosmovisión tri-factor -dondequiera que ocurra a lo largo de esta obra- no debe ser confundida con la doctrina del "logos" expuesta por un número de temprano s padres de la iglesia.) Nuestra conversación con Dios y acerca de Dios está en una relación de analogía respecto de esa Palabra. Y eso' también vale para el discurso teológico. El concepto equívoco contiene demasiado poco conocimiento de los caminos de Dios, el inequívoco, presume de un exceso. En contraste, el concepto analógico sostiene que lo que podemos conocer y decir acerca de Dios no es exhaustivo o comprehensivo, pero suficiente, veraz, y confiable. Porque esta Palabra no solamente es el límite, expresando limitación, sino también el puente, expresando comunión. Dios es fiel a su Palabra. Y su Palabra lo revela fielmente a él. Indudablemente es más de lo que es revelado por medio de su Palabra, pero todo lo que está más allá de ella es más de lo mismo. Por eso el concepto analógico trata de honrar el llamado bíblico a la humildad y a la seguridad en nuestro conocimiento de Dios y en nuestro lenguaje teológico.


Tomado de

TEOLOGÍA REFORMACIONAL; Un Nuevo Paradigma para Hacer la Dogmática; GORDON J. SPYKMAN; Cap IV, IX; Lenguaje Teologico.