sábado, 25 de noviembre de 2017

COMO ERA LA INTERPRETACIÓN DE LAS ESCRITURAS DURANTE LA ÉPOCA MEDIEVAL?



Uno de los problemas más grandes en la elaboración de una historia de la Doctrina de las Escrituras en la actualidad es la falsa presuposición de que la Teología Medieval devaluó o ignoro las Escrituras en su construcción teológica, o que, si bien no ignoraron las Escrituras, las estudiaron de manera tan superficial que sus presuposición filosóficas y teológicas eliminaron cualquier posibilidad de una exegesis real.[1] Esta presuposición carece de una base histórica. A continuación, veremos tres elementos claves para comprender la interpretación de las Escrituras en la era medieval.
La Autoridad y la identidad del Canon.

Este mal entendimiento de parte de muchos protestantes de la era Medieval el mismo que a menudo ve a la Reforma como una Isla de interpretación Escritural en el medio de un mar de dogmatismo sin Biblia. Sin embargo, un estudio más cuidadoso de la historia muestra un panorama muy diferente de la misma. No debe perderse de vista que la elaboración de la Doctrina de las Escrituras y los debates sobre el Canon de parte de los Reformadores y Humanistas por igual, estuvo fuertemente arraigado en la discusión de la interpretación medieval.

Por ejemplo, La importancia del estudio de los idiomas originales para la interpretación de las Escrituras, incluyendo, por ejemplo, la necesidad de re-traducir completamente de nuevo el Antiguo Testamento del Hebreo a una versión literal del Latín, fue una necesidad reconocida ya desde el siglo XIII por Robert Grosseteste, obispo de Lincoln (d. 1253), de la misma manera que por los eruditos del siglo XVI. [2]

De la misma manera criticas al texto de la vulgata latina no eran algo que tuvo su inicio con los Reformadores, sino que más bien era algo que se veía mencionando ya por mucho tiempo, incluso desde comienzos del siglo XIII, con Roger Bacon (ca. 1214-1294). Sin embargo, también es cierto que los teólogos medievales no tenían el mismo nivel de erudición en idiomas bíblicos, o la misma motivación por los mismos, que los Hebraístas y Clasicistas del siglo XVI. Sin embargo, aunque existía un canon definido en la era medieval, los mismos hacían mucho uso de los libros apócrifos. La Religión popular medieval tenía una fuerte fijación en el infierno, como es mostrado en el Infierno de Dante, siendo influenciada profundamente por literatura deutero-canónica.[3]

Si bien es cierto hubo una gran controversia en el siglo XVI entre Protestantes y Católicos Romanos por los libros Apócrifos, los mismos eran considerados en la era medieval como parte de los libros deutero- canónicos, es decir, no fueron considerados de ninguna manera iguales a los libros que forman parte del canon. De la misma manera, la armonía de las Escrituras como un todo, como testimonio de Cristo, no debe perderse de vista. Ninguno de los libros, ya sea el Antiguo o Nuevo Testamento fueron considerados como superfluos.[4] Esto debido al fuerte énfasis que tenían en la analogía de la fe, la interpretación cuádruple de las Escrituras, y el entendimiento de las Escrituras como un todo, esto fue lo que llevo a los maestros medievales a no hacer uso, por decirlo así, solamente del canon de las Escrituras en sus formulaciones teológicas.
La “Glossa Ordinaria”, “Sacra Pagina” y la tradición interpretativa.


¿Qué es la “Glossa Ordinaria” y “Sacra Pagina”? Es la frase en latín que se refiere a una colección de comentarios hechos por los padres de la Iglesia, y de manera general hace referencia a toda la tradición interpretativa de los padres de la Iglesia. Esta “Glossa” usualmente fue escritas en los margines de la vulgata latina y usada en la educación medieval para la interpretación de las Escrituras. Por otro lado, “Sacra Pagina”, se refiere al estudio del texto mismo de las Escrituras haciendo uso de todas las herramientas exegéticas disponibles: idiomas bíblicos, filología, historia, etc.

La lectura y el estudio de las Escrituras era central para la tarea teológica durante la Edad Media, era tanto así, que antes del siglo XII, el único texto estándar para la lectura en las escuelas medievales eran las Escrituras.[5] En relación al estudio de la Biblia, la Escolástica Temprana tuvo una base más fuerte sobre la cual construir sus conclusiones exegéticas que el periodo anterior debido al trabajo exegético realizado por Anselmo de Laon (1050-1117) y sus asistentes en el desarrollo de lo que llego a ser conocido como ‘Glossa Ordinaria’, lo que no es sino un comentario de todas las Escrituras basado en los padres de la Iglesia compuesta entre 1100 y el 1130.

Hacia finales del siglo XII, Gilbert de la Porrée (1076-1154) y Pedro Lombardo (1100-1160) expandieron la ‘Glossa Ordinaria’ de Anselmo de Laon. De la misma manera, este comentario llego a ser el estándar usado para las clases, así como para las discusiones doctrinales dentro de las mismas durante esta epoca. Sin embargo, la ‘Glossa Ordinaria’ nació como un comentario, es decir como una ayuda hermenéutica para comprender las Escrituras.

¿Cómo se relacionaban la interpretación de los padres de la Iglesia y la Escritura?

Durante la edad media se desarrolló lo que llego a ser conocido como los diferentes niveles de interpretación de las Escrituras. Esto en parte se debía a la suposición medieval de que el significado del texto estaba también enraizado en la interpretación dada por los padres de la Iglesia. Cabe resaltar aquí que al hablar de niveles de interpretación no nos referimos a diferentes significados, los maestros medievales creían que había un solo significado, sino más bien al proceso o pasos a seguir en la interpretación del texto. Sin embargo, muchas veces en la practica la interpretación del texto fue acomodada a la interpretación patrística debido a la presuposición de lo acertada de la misma.[6]

Fue Pedro Lombardo quien tomo la ‘Glossa Ordinaria’ (Comentario de los Padres de la Iglesia sobre las Escrituras), hecha por Anselmo y lo uso como la base de su comentario sobre los Salmos, las Epístolas Paulinas llamada ‘Magna Glosatura’, la misma que llego a ser el texto o comentario estándar en estos libros durante toda la era medieval.

¿Cuál es la relación entre Escritura y Tradición?

Fue durante el periodo medieval que esta relación entre Escritura y Tradición se desarrolló. Siendo las Escrituras la Autoridad Material (es decir la fuente de donde se deriva la Doctrina), y la Tradición la Autoridad Formal (es decir la ayuda hermenéutica para la interpretación de las Escrituras). Esta relación de Autoridad Formal y Material de las Escrituras es parte del conflicto que más adelante surgiría durante la era de la Reforma.

Los términos Teología y Sagrada Escritura en la época medieval eran considerados casi como sinónimos.[7] El texto de la vulgata en sí mismo fue usado de tal manera para el lenguaje teológico que prácticamente se entremezclaban.[8]

Tal llego a ser esta la unión entre estas, que casi durante todo el medioevo es casi imposible distinguir entre el lenguaje bíblico y teológico, así como los elementos teológicos desprendidos de la Escritura, y aquellos basados en la tradición y usados como herramientas hermenéuticas para la interpretación de las Escrituras. Es decir, la interpretación de las Escrituras, y las Escrituras, llegaron a ser casi sinónimos. La dificultad en la interpretación del texto se complicó aún más durante la época medieval por la existencia de múltiples Biblias a nivel popular, tanto en latín como en el lenguaje vernácular y las interrelaciones de la tradición con la Escritura y mezclas con leyendas seculares circunscritas a la misma comunes a nivel popular solo dificultaban la comprensión de lo que realmente decían las Escrituras.

Este problema género que, por ejemplo, casi todo el Nuevo Testamento fuera entendido de manera popular no como el cumplimiento en Cristo de las promesas hechas en el Antiguo Testamento, sino de manera tipología y lleno de leyendas, lo cual por ejemplo se refleja en mucho del arte medieval. Sin embargo, el acomodo gradual de la interpretación del texto a la tradición y la ‘corrupción’ gradual del texto hecha por escribas y copiadores de las Escrituras no pasó desapercibido por los eruditos de la era escolástica.

¿El nacimiento de la crítica textual?

Por otro lado, los comentarios al texto de la Biblia como la ‘Glosa Ordinaria’, de Anselmo de Laon y las ‘Sententia’ de Lombardo gozaban de gran aceptación y eran los libros de texto obligatorios para la educación teológica, y cada vez más había críticas en relación a la traducción y uso estándar del texto de la Vulgata Latina. Ya tan temprano como en el siglo XII algunos teólogos habían comenzado a hacer preguntas en relación a la precisión del texto de la Vulgata y el texto Hebreo del Antiguo Testamento.[9] Esta queja solamente se acrecentó más y más con el paso de los años, y fue mencionada por numerosos teólogos durante el medioevo, entre los más notorios podríamos mencionar Stephen Harding (1059-1134), Nicholas Manjacoria, Hugo St. Victor (1096-1141), entre otros.

Pero fue solamente en el siglo XIII, en los mejores monasterios de las grandes ordenes donde hubo un esfuerzo consciente de separar el texto de las Escrituras de la ‘Glossa’ (Tradición o Comentarios), e incluso corregir el texto de la Vulgata teniendo tomando como base los manuscritos originales en Griego y en Hebreo. Fue, por ejemplo, en el siglo XIII que Hugh de St. Cher (1200-1263) produjo un suplemente a la ‘Glossa’ de Anselmo, en el cual se comparaba el texto de la vulgata con manuscritos hebreos y códices. Este suplemento era, por decirlo así, un aparato critico de todas las Escrituras al texto de la Vulgata. [10] Fue también en el siglo XIII que tanto Hugh de St. Cher, como sus contemporáneos Alberto el Grande (1200-1280) y Tomas de Aquino (1225-1274), enfatizaron el sentido histórico-literal del texto como la base para la interpretación teológica y aplicación de las Escrituras.[11]

En el próximo articulo lo dedicaremos al tercer punto: La Interpretación Hermenéutica Medieval o Cuadriga.


Adaptado de: Richard A. Muller, Post-Reformation Reformed Dogmatics: The Rise and Development of Reformed Orthodoxy; Volume 2: The Cognitive Foundation of Theology, 2nd ed. (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2003), 29-34.
Mas artículos sobre el tema aquí. 
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Acerca del autor(es):

Richard Muller, nació en los Estados Unidos. BA, Historia (Queens College), M.Div. (Union Theological Seminary), Ph.D. en Estudios de la Reforma (Duke University), Estudios Post-Doctorales (Utrecht University). Fue profesor en el Seminario Teologicode Fuller entre 1980-1992. Ha sido editor de numerosas revistas de teología e historia, y actualmente sirve como Profesor de Teología Histórica en Calvin Theological Seminary. Muller ha estado envuelto en la investigación teológica y el estudio del desarrollo de la Teología de la Reforma y Post-Reforma durante toda su vida, y es considerado como la autoridad mas representativa en la actualidad en temas de la Teología de la Reforma y Post-Reforma Protestante. Muller ha escrito muchos libros y ensayos, siendo su Opus Magnun su libro “Dogmática de la Reforma y Post-Reforma: El Comienzo y Desarrollo de la Ortodoxia Reformada, 1520-1725” (4 Volúmenes), entre sus muchos libros también se encuentran: “Cristo y el Decreto: Cristologia y Predestinacion en la Teología Reformada desde Calvino hasta Perkins” (1986, 2008); “Calvino sin acomodos: Estudios en la formación de una Tradición Teologica”, (2000); “Dios, Creación y la Providencia, en la Teología de Jacobo Arminio”, (1991); “Calvino y la Tradición Reformada”,(2012); “Voluntad Divina y Elección Humana: Libertad, Contingencia, y Necesidad en la era temprana moderna de la Teología Reformada” (2017), etc.

Daniel Caballero nació en Lima, Perú. BSc. Universidad Nacional Agraria La Molina. BA, Seminario Teológico Bautista (Lima); Postgrado en Teología, The London Theological Seminary (Londres), ThM-Teologia Histórica., Westminster Theological Seminary (PA-USA). Esta por iniciar estudios doctorales en Inglaterra sobre Historia de la Reforma (siglo XVI) y Post-Reforma (siglo XVII). Especialización en John Owen y Puritanismo ingles. Daniel ha escrito numerosos artículos sobre puritanismo, teología bíblica y cultura. Su campo de especialización es en estudios de la Reforma y Post-Reforma (Puritanismo). Ha vivido por casi siete años en Inglaterra, donde tuvo la oportunidad de profundizar estudios Teológicos. Es misionero enviado de Inglaterra para el servicio en desarrollo de educación teológica en Perú. Actualmente vive en Lima, Peru. Tiene experiencia desde muy joven en educación teológica.

Notas: 

[1] Ver, Farrar, History of Interpretation, pp. 245–6; Kümmel, New Testament, pp. 19–20.

[2] Cf. Ralph Loewe, “The Medieval Christian Hebraists of England,” in CHB, II, pp. 211–214.

[3] Marcus Dods, Forerunners of Dante: An Account of Some of the More Important Visions of the Unseen World, from the Earliest Times (Edinburgh: T. & T. Clark, 1903), pp. 126–127; cf. R. E. McNally, “Exegesis, Medieval,” in New Catholic Encyclopedia (New York: McGraw-Hill, 1967), vol. 5, p. 710.

[4] Hugh of St. Victor, De scripturis … praenot., cap. 6 in PL, 175, col. 16–17.

[5] Cf. Beryl Smalley, “The Bible in the Medieval Schools,” in CHB, II, pp. 197–198.

[6] Cf. Smalley, Study of the Bible, pp. 334–335; H. Glunz, The Vulgate in England from Alcuin to Roger Bacon (Cambridge: Cambridge University Press, 1933), pp. 259–265; and Ralph Loewe, “The Medieval History of the Latin Vulgate,” in CHB, II, p. 147.

[7] Los terminos en el Latin original son theologia y sacra scriptura respectivamente.

[8] Cf. Bonaventure, Opera omnia, 10 vols. (Quaracchi: Collegium S. Bonaventurae, 1882–1902): Breviloquium, in vol. 5, prooem., 1; with Thomas of Strasburg, Scripta super quattuor libros Sententiarum (Strasbourg, 1490), prol., q.4, a.2; and see De Vooght, Les Sources, pp. 40–42, 70, 80–81, 88–89, 103; Smalley, “Bible in the Medieval Schools,” pp. 198–199; and idem, Study of the Bible, pp. 271, 275–276.

[9] Loewe, “Medieval History of the Latin Vulgate,” in CHB II, p. 143.

[10] Smalley, “Bible in the Medieval Schools,” in CHB, II, pp. 206–207; Mangenot, “Correctoires de la Bible,” cols. 1023–1025; and idem, “Hugues de St. Cher,” cols. 228–234.

[11] Hugh of St. Cher, Postillae in universa Biblia juxta quadruplicem sensum, literalem, allegoricum, moralem, anagogicum (Venice and Basel, 1487); cf. Mandonnet, “Dominicains (Travaux des) sur les Saintes Écritures,” cols. 1464, 1465.

Fuente: https://semperreformandaperu.org