sábado, 16 de diciembre de 2017

Por quien murió Cristo: Iglesia o el Mundo?


 Por Daniel Caballero 


La pregunta de ¿Por quien murió Cristo? ¿Por el mundo entero? O ¿Solamente por la Iglesia?, A menudo se formula de la siguiente manera: “Responda con un sí o no: ¿Murió Cristo solo por los elegidos?”. El problema con esta pregunta es en sí misma una contradicción, una falacia lógica, un oxímoron. Es casi como preguntarle a un hombre soltero: “Responde con un sí o no: ¿Dejaste ya de golpear a tu esposa?”. Ya sea que responda con un “sí” o “no”, en ambos casos la respuesta no tiene sentido. Es lo mismo en el caso con la pregunta “Responda con un sí o no: ¿Murió Cristo solo por los elegidos?”. Ya sea que respondamos con un “sí” o un “no” solamente, es una distorsión de lo que las Escrituras enseñan sobre la doctrina de la expiación, y una distorsión ya sea de la postura Arminiana o la Reformada.

No solo la pregunta tiene como base una presuposición errónea, sino que la construcción lógica de las premisas detrás de la misma es errada en sí misma. Es una certeza universal que, si hacemos la pregunta equivocada obtendremos una respuesta equivocada. Sinceramente creo que una de las razones principales del porque a menudo se cae en debates sin sentido sobre ‘la extensión de la expiación’, o ‘la predestinación en relación al infra/supra/sublapsarianismo’ es porque comenzamos con las preguntas equivocadas.

¿Cuál debe ser entonces nuestro punto de inicio al comenzar a estudiar la doctrina de la expiación?

En lugar de preguntar “¿Murió Cristo solo por los elegidos? O ¿Por el mundo entero?”. Debemos comenzar más bien con la pregunta: “¿Qué es lo que realmente logro Cristo en su muerte en la Cruz?” “¿Hizo posible o probable la salvación o realmente efectuó o logro la salvación?” [1] Solamente tenemos cuatro posibles respuestas a esta pregunta:

1. La muerte de Cristo hizo posible (es suficiente para) la salvación de algunos hombres.

2. La muerte de Cristo hizo posible (es suficiente para) la salvación de todos los hombres.

3. La muerte de Cristo obtuvo (efectuó) la salvación de algunos hombres.

4. La muerte de Cristo obtuvo (efectuó) la salvación de todos los hombres. [2]

Antes de contestar a esta pregunta, quisiera mencionar como no se debe responder a esta pregunta.

¿Cómo no debemos estudiar la Doctrina de la Expiación de Cristo?

Es cierto, dos personas pueden usar el mismo método y llegar a conclusiones completamente diferentes sobre un tema (i.e. John Owen y Richard Baxter usando el escolasticismo de la alta ortodoxia llegando a conclusiones completamente diferentes en este punto). También es cierto que dos personas pueden llegar a la misma conclusión sobre un tema usando dos métodos completamente diferentes. (i.e. Richard Baxter y N.T. Wright -aunque con ciertas diferencias- en relación al doble esquema imputativo de Justicia de Cristo en la Justificación – imputación versus infusión). Esto ilustra un punto importante, debido a que no solo nuestras motivaciones deben ser la adecuadas, sino también que la manera o método que usemos debe ser el adecuado. Solo esto nos ayudara a tener una mayor confianza de llegar a una certeza con respecto a lo que la Biblia enseña sobre un determinado tópico.

Motivación, método y conclusiones están intrínsecamente ligadas. Es por esto que toda empresa teológica no solo debe hacerse de rodillas, con un corazón purificado por el Espíritu en la búsqueda de la Gloria de Dios en Cristo Jesús para la edificación de Su Iglesia y el bienestar en la Gracia común del mundo, sino que también nuestro intelecto bañado de oración en El Espíritu debe seguir también un método intrínsecamente solido en cohesión y coherencia lógica. Esa es la labor del teólogo. Alguien preguntara: ¿Pero no es esa una presuposición al momento de iniciar la labor teológica? La respuesta es: “Absolutamente si”. No es posible no tener un punto de inicio, presuposición, base o bloque de construcción epistemológica al inicio de toda estructura de pensamiento. Tal cosa es imposible. La posibilidad del conocimiento mismo asume una base epistemológica. Esto no quiere decir que los cristianos tengan presuposiciones y los ateos no, o que (dentro de los cristianos), los evangélicos-protestantes tengan presuposiciones y los católicos no, o que (dentro del circulo evangélico-protestante), los de tradición Reformada tengan presuposiciones y los metodistas (Pentecostales) no. [3] Tal cosa es irrisoria. Sino que más bien, constantemente debo examinar las mismas a la luz de la Escritura, usando la Razón, a la luz de la Experiencia, a fin de ver re-examinar las mismas ‘secundum verbum Dei, ecclesia reformata Semper reformanda est’.

¿De qué manera afecta nuestro método nuestras conclusiones?

Debo confesar que considero que el Escolasticismo de la Alta Ortodoxia (Pre-alta critica), basado en la exegesis, la historia de la Redención y en dialogo con la Iglesia como un todo en su multiforme forma confesional, es el método que más justicia le hace a la revelación de las Escrituras. [4] ¿A que me refiero con esto? A que, la Doctrina de la Expiación Particular o General, aunque considero que es una doctrina de suma importancia bíblica, es una doctrina secundaria en el sentido que es una consecuencia de la presuposición de otras doctrinas, y a menos que estas se asuman como las bases al momento de iniciar nuestra reflexión teológica sobre este punto, poco sentido tiene discutir sobre la misma. En un sentido muy cierto la Doctrina de la Expiación Particular es una consecuencia de tres otras doctrinas:

1. La gravedad del pecado afectando la totalidad del ser humano. Esto es lo que se conoce como ‘Depravación completa’ o ‘total’. A menos que este sea nuestro bloque inicial: ‘mi voluntad está completamente esclavizada al pecado’, entonces casi no tiene sentido embarcarse en este debate. Pues si realmente mi voluntad (intelecto, emociones y voluntad) era, en su forma natural esclava del pecado, entonces en un sentido muy real no puedo afirmar “He decidido seguir a Cristo”, por la sencilla razón que nunca podría haber tomado tal decisión. Hay excepciones notables a esto, como John Wesley, etc. y las dos escuelas teológicas principales dentro del protestantismo que afirman al mismo tiempo la ‘Depravación Total’, y al mismo tiempo se adhieren a una ‘Expiación Universal’, como lo son el metodismo (del cual se deriva el pentecostalismo), y el Amiraldianismo (la cual es la postura que sigue la mayoría de Bautistas Generales). El mismo Wesley afirmaba la doctrina de la imputación, y universalidad del pecado. Este punto es tan importante, que a menos que se afirme que ‘el hombre está completamente muerto (en intelecto, emociones y voluntad) en delitos y pecados’, no solo no tiene sentido discutir este punto, sino que tal afirmación es semi-pelagianismo y cae fuera de los límites de la Ortodoxia. [5] No es Evangélico-Protestante.

2. La Salvación como un acto unidireccional del Señor. Esto es lo que a veces se conoce como Monergismo. Si el primer punto, el pecado, está relacionado con Doctrina del Hombre, este segundo punto está relacionado con Doctrina de Dios. Es decir que la diferencia ‘Expiación Universal’ y ‘Expiación Particular’, es en segundo lugar debido a una diferencia en un entendimiento de los atributos de Dios, es decir de la persona de Dios mismo, especialmente su atributo de ‘Señorío’. “¿Qué significa que Dios es Señor?”, ¿Qué quiere decir Pablo cuando dice “Que si confesares con tu boca que Cristo es el Señor…”. No estoy consciente de ninguna excepción a este punto en la Historia de la Iglesia. Todos los que han negado el Señorío de Cristo en la Salvación han negado también lo que se conoce como ‘Expiación Particular’. Este debate ha sido conocido en la historia como ‘La Salvación de Señorío’ versus ‘La Salvación de no Señorío’. ¿Es Cristo Señor y Salvador? O ¿Solo Salvador, pero no Señor? El afirmar esta doctrina trae severas consecuencias para nuestra predicación del Evangelio, no solo el antinomianismo de la Doctrina del ‘Creyente Carnal’, entre otras, son consecuencias de esta doctrina, sino que también existe una relación muy cercana entre este punto y lo que se conoce como ‘decisiónismo’. Es virtualmente imposible, o lógicamente inconsistente afirmar el Señorío de Cristo y ser decisionista al mismo tiempo. Gracias a Dios por hombres como Martyn Lloyd-Jones,[6]I. Packer,[7] A.W. Tozer,[8] John MacArthur[9], etc. que escribieron volúmenes enteros refutando la doctrina de la ‘Salvación de no Señorío’.

3. Un esquema de imputación substitutorio y penal. Esto es lo que está en el centro de la Teología del Pacto, aunque existen muchas variaciones dentro de la misma, el afirmar que Cristo es cabeza representativa federal de su pueblo, de la misma manera que Adán es cabeza representativa federal de la humanidad, es lo que está en el corazón mismo de la ‘Expiación Particular’. Y es que, en un sentido muy cierto, la ‘Expiación Particular’, es la consecuencia lógica necesaria de la ‘Teología del Pacto’, mientras que la ‘Expiación General’, históricamente se ha relacionado más con las ‘Dispensacionalismo’. [10] Por ejemplo, en el punto anterior, ‘La Salvación de no Señorío’ es una consecuencia directa del ‘Dispensacionalismo Clásico’. Sin embargo, debo ser justo en este punto: Hay muchas excepciones en la historia en este punto. Es decir, pastores que son dispensacionalistas y que afirman al mismo tiempo la ‘Expiación Particular’, como por ejemplo John MacArthur, Evis Carballosa, etc. Aunque la mayoría no sigue un esquema de Dispensacionalismo Clásico, sino más bien Dispensacionalismo Revisado o Dispensacionalismo Progresivo. Sin embargo, y digo esto de manera muy cordial, no puedo encontrar una diferencia sustancial entre el Dispensacionalismo Progresivo y algunas variantes de la Teología del Pacto, tanto así que considero que- sin tratar de ser anacronista- si el Dispensacionalismo Progresivo hubiera surgido en el siglo XVII, en el centro de la controversia sobre la Teología del Pacto (la relación entre los pactos, etc.), y los diferentes puntos de vista sobre la misma (Owen, Turretin, Witsius, etc.), hubiera sido considerada como una subvariante de la Teología del Pacto, de hecho muy similar a la postura de John Owen sobre el tema.[11] Creo que es lógicamente inconsistente tener un esquema interpretativo de las Escrituras ‘Dispensacional Clásico’ y al mismo tiempo afirmar la doctrina de la ‘Expiación Particular’.

Conclusión.

La afirmación o negación de la Doctrina de la Expiación Particular es una consecuencia necesaria de lo que creamos en relación a otras doctrinas, especialmente Doctrina del Hombre, Doctrina de Dios y Doctrina de la Palabra de Dios: ¿De qué manera a afectado el pecado al hombre? ¿Cómo se relaciona el Señorío de Cristo en la Salvación? ¿Qué es la Biblia? – y la consecuencia necesaria que se deriva de esta pregunta es ¿Cómo debe ser interpretada?. Aunque hay excepciones a esta regla, siendo quizá la más conspicua Fred Sanders, por lo general sigue ese lineamiento. La próxima vez que consideremos este punto, y la pregunta sobre la expiación, seamos muy conscientes de que la misma es una consecuencia necesaria de otras doctrinas.

Aunque, a lo largo de la historia ha habido muchas variantes y subvariantes en relación a la Doctrina de la Expiación- ya para el tiempo cuando B.B. Warfield escribió su libro ‘El Plan de la Salvación’ en 1915, menciona al menos once posturas sobre la Expiación,[12] -debo mencionar también que cualquier esquema que niegue la imputación vicaria, penal y substitutoria de Cristo sale fuera de lo que se consideraría Evangélico-protestante. Esto es algo en lo que tanto aquellos que afirman la ‘Expiación General’ y la ‘Expiación Particular’, estarían de acuerdo. Sin embargo, y por necesidad lógica, esto deja fuera a todos los demás esquemas en relación a la expiación: Católico Romano, Liberal, Barthiano, Neo-Barthiano, Iglesia Ortodoxa, etc.[13] Menciono esto para que no piensen que solamente estos dos ‘Expiación Limitada’ y ‘Expiación General’ (y todas las variantes entre las mismas) son los dos únicos modelos de la expiación de la expiación que existen. Pero si considero que son solo los dos únicos modelos que se les puede llamar ‘Evangélicos’.

Post Addendum.

Si hay un libro que me hubiera gustado leer al inicio de todo mi peregrinaje teológico sobre el tema es el excelente libro editado por Andy Naselli, “Perspectivas sobre la extensión de la Expiación”, publicado en el 2015 por B&H Academic, con ensayos de debates entre Carl Trueman, Grant R. Osborne y John S. Hammentt. [14] Sin embargo, esa no fue mi experiencia. Aún recuerdo siendo casi un adolescente de 16 o 17 años iniciándome en el debate con el libro de Francisco Lacueva ‘Doctrinas de la Gracia’[15], en aquel momento creí que había descubierto la pólvora, leer autores como John Piper, John MacArthur, solo fortalecieron mi creencia. Cuando por primera pude leer el prólogo de Packer al libro de John Owen ‘La muerte de la muerte en la muerte de Cristo’[16], y subsecuentemente el libro completo. Recuerdo leer masivamente casi cada libro académico en ingles que venía a mis manos sobre el tema, mientras más estudiaba la historia y me daba cuenta que esta era postura que había sostenido Jonathan Edwards, John Owen, Charles Spurgeon, Martyn Lloyd-Jones, y la vasta mayoría de teólogos a lo largo la historia solo consolido mi posición. De particular ayuda fue el recientemente publicado ‘Del Cielo El vino para buscar a Su Iglesia’.[17]

Sin embargo, he de confesar que aquellos que ayudaron más a consolidar mi posición, que para este punto espero sea clara es “Expiación Particular”, no fue primariamente John Owen, sino autores que pensaban de manera radicalmente diferente a la mía como Clark Pinnock, Roger Olson, Norman Geisler, entre otros. Creo que el debate continuara hasta que el Señor regrese. Casi no puedo esperar la publicación en el 2018 del libro de Fred Sanders, y publicado por Zondervan, defendiendo la postura opuesta a la sostengo, es decir la postura Arminiana o de ‘Expiación General’. De todos, es quizá Fred Sanders el que me deja más desconcertado: ¿Cómo puede alguien con quien tengo teológicamente tanto en común, que me ha enseñado tanto en relación a la Doctrina de la Trinidad, que es mucho más inteligente y piadoso que yo, llegar a una conclusión radicalmente diferente a la mía en este asunto? – Esto me lleva a ser firme, pero humilde en mis conclusiones teológicas “verdaderamente el pecado ha afectado cada fibra de mi ser”. 

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Por Daniel Caballero.

Acerca del autor:
Daniel Caballero nació en Lima, Perú. BSc. Universidad Nacional Agraria La Molina. BA, Seminario Teológico Bautista (Lima); Postgrado en Teología, The London Theological Seminary (Londres), ThM-Teologia Histórica., Westminster Theological Seminary (PA-USA). Esta por iniciar estudios doctorales en Inglaterra sobre Historia de la Reforma (siglo XVI) y Post-Reforma (siglo XVII). Especialización en John Owen y Puritanismo ingles. Daniel ha escrito numerosos artículos sobre puritanismo, teología bíblica y cultura. Su campo de especialización es en estudios de la Reforma y Post-Reforma (Puritanismo). Ha vivido por casi cinco años en Inglaterra, donde tuvo la oportunidad de profundizar estudios Teológicos. Es misionero enviado de Inglaterra para el servicio en desarrollo de educación teológica en Perú. Actualmente vive en Lima, Peru. Tiene experiencia desde muy joven en educación teológica.

Notas:

[1] Carl R. Trueman, «Atonement and the Covenant of Redemption: John Owen on the Nature of Christ’s Satisfaction», en From Heaven He Came and Sought Her: Definite Atonement in Historical, Biblical, Theological, and Pastoral Perspective, ed. David Gibson y Jonathan Gibson (Wheaton, IL: Crossway, 2013), 202-204

[2] John Owen, “Salus Electorum, Sanguis Jesu”; or, “The Death Of Death in the Death of Christ” in The works of John Owen, ed. William H. Goold, vol. 10 (Edinburgh: T&T Clark, s. f.), 163-173. Este esquema de cuatro puntos es una modificación del esquema clásico sobre la intención de la expiación de tres puntos de John Owen.

[3] Greg L. Bahnsen, Presuppositional Apologetics: Stated and Defended, ed. Joel McDurmon (Powder Springs, GA;Nacogdoches, TX: American Vision;Covenant Media Press, 2008), 88-92.

[4] Vea el ensayo de Richard Barcellos sobre este punto, como excelente resumen de la tesis de Richard Muller sobre el Escolasticismo Reformado como método teológico, ver; Richard Barcellos, ‘Seventeenth-Century Reformed Orthodoxy, The Theological Methodology Of High Orthodoxy, John Owen, And Federal Theology’ in Reformed Baptist Theological Review 5, n.o 2 (2008): 101-121.

[5] Para Lutero, este era el punto central, no solo de su controversia con Erasmo, sino tambien el punto central de diferencia con la Iglesia Catolica Romana: “Esta realmente el hombre muerto en delitos y pecado?” Vea Martin Luther, Luther’s works, vol. 33: Career of the Reformer III, ed. Jaroslav Jan Pelikan, Hilton C. Oswald, y Helmut T. Lehmann, vol. 33 (Philadelphia: Fortress Press, 1999), 294.

[6] Martyn Lloyd-Jones, “El llamamiento a una decisión”, en ‘La Predicación y los Predicadores’ (Barcelona: Peregrino, 2003), 294-312.

[7] J. I. Packer ´Prologo’, en Vida por Su muerte, editado por J. K. Davies (Graham, NC: Publicaciones Faro de Gracia, 2001), 6-10.

[8] A. W. Tozer, I Call It Heresy!: And Other Timely Topics From First Peter (Camp Hill, PA: WingSpread, 1991), 1-15.

[9] John MacArthur, ‘El Evangelio Segun Jesucristo’ (El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 2008). Todo el libro, junto con varios otros de MacArthur son una defensa del Evangelio de Señorío de Cristo.

[10] J. I. Packer, «Foreword», en From Heaven He Came and Sought Her: Definite Atonement in Historical, Biblical, Theological, and Pastoral Perspective, ed. David Gibson y Jonathan Gibson (Wheaton, IL: Crossway, 2013), 14.

[11] Ver por ejemplo, la exposición de John Owen en su comentario de Hebreos, comentando sobre Hebreos 8.6, y la relación entre el Antiguo y Nuevo Pacto en relación al Pacto de las Obras y de la Gracia, en; John Owen, An Exposition of the Epistle to the Hebrews, ed. W. H. Goold, vol. 23, Works of John Owen (Edinburgh: Johnstone and Hunter, 1854), 49-100.

[12] Benjamin B. Warfield, The plan of salvation: Five Lectures (Philadelphia: Presbyterian Board of Publication, 1915), 11-33. De particular ayuda es el esquema que aparece en páginas 32-33.

[13] Las posturas principales en relación a la expiación son: Particular Supralapsaria, Particular Infralapsaria, Amiraldianista, Luterana, Wesleyana, Universalista, Anglicana, Catolica Romana, Ortodoxa Griega, Remostrante y Pelagiana.

[14] Carl R. Trueman, Grant R. Osborne, and John S. Hammett, “Perspectives On the Extent of the Atonement: 3 Views, Perspectives” ed. Andy Naselli (Nashville, Tennessee: B & H Academic, 2015)

[15] Francisco Lacueva, Doctrinas de la Gracia, vol. V, Curso de Formación Teológica Evangélica (Barcelona: Editorial Clie, 1975), 37-52.

[16] John Owen, The Death of Death in the Death of Christ (Edinburgh: Banner of Truth Trust, 1959). Recomiendo la edición de 1959 de The Banner of Truth, debido al excepcional prologo de Packer al libro, prologo que está ausente en la edición del libro de la edición de Gold de 1862.

[17] Gibson, David, y Jonathan Gibson, eds. From Heaven He Came and Sought Her: Definite Atonement in Historical, Biblical, Theological, and Pastoral Perspective. Wheaton, IL: Crossway, 2013, 702 pp.