Por Robert Stein
La visita de los magos La
aparición de la «estrella» de Belén (Mt 2:1-12) está estrechamente relacionada
con el nacimiento de Jesús. La aparición de esta estrella se ha convertido en
un importante tema de la música y el arte cristianos y sin ella, el relato de
los magos se hace inconcebible. El interés de las antiguas civilizaciones en la
Astronomía está bien documentado. Lo que quizás no sea tan conocido es la
notable capacidad de los antiguos astró- nomos para predecir las órbitas y
conjunciones de los planetas y sus meticulosos registros de los fenómenos
astronómicos. El relato que nos ofrece Mateo de la visita de los magos (Mt
2:1-12), ha suscitado algunas preguntas respecto a la estrella que, según se
dice, les guió en su periplo.
Ya en 1606 el astrónomo Johannes
Kepler intentó dar una explicación de este fenómeno astronómico hablando de una
triple conjunción de los planetas Saturno y Júpiter que habría tenido lugar en
los meses de mayo/junio, septiembre/octubre y diciembre del año 7 aC. El
siguiente mes de marzo transcurrió bajo la conjunción de estos dos planetas.
Kepler sostuvo que esta triple conjunción, que solo ocurre cada 805 años, era
la «estrella» de Belén, y por ello concluye que Jesús nació en el año 7/6 aC.
La tesis de Kepler se hace más interesante, si cabe, por el hecho de que en
aquellos días se consideraba a Júpiter como una estrella de reyes y a Saturno
se le relacionaba con el sábado y con los judíos. Esta conjunción encajaría con
la sugerencia de que, probablemente, Jesús nació entre los años 7 y 5 aC.
Otra sugerencia que se ha
planteado es que lo que vieron los magos fue una nova o una supernova. Estos
fenómenos consisten en la explosión de una estrella que produce una proyección
de luz fuera de lo normal durante varias semanas. Las novas son estrellas muy
tenues, apenas perceptibles a simple vista y que sin embargo aumentan su
luminosidad en más de 100.000 veces. Las supernovas son aún más espectaculares
puesto que durante la explosión, su luminosidad se incrementa millones de veces,
llegando en ocasiones a medirse en miles de millones. Tal explicación no es
imposible aunque sí improbable ya que a lo largo de la Historia no se han
registrado muchos de estos casos.
Se ha llegado a sugerir que la
estrella era el cometa Halley, que se habría hecho visible entre los años 12/11
aC. Estas fechas son sin embargo, demasiado tempranas para situar el nacimiento
de Jesús. Los registros chinos hablan de cometas y supernovas avistados en los
años 5 y 4 aC. Por otra parte, si la «estrella» no fue la conjunción normal 72
JESÚS EL MESÍAS: UN ESTUDIO DE LA VIDA DE CRISTO de unos planetas o cualquier
otro fenómeno astronómico previsible sino una «estrella» de carácter milagroso,
todos los intentos de explicar su naturaleza o de situarla en el tiempo serían
erróneos.
La Astronomía y la Astrología
gozaban de una notable popularidad en el Antiguo Oriente. Muchas personas de
aquel tiempo habrían considerado la aparición de una nueva estrella como el
presagio de un importante acontecimiento. Sería irresponsable dogmatizar
respecto a la estrella de Belén. Sin embargo, personas como los magos, habrían
observado el fenómeno y especulado respecto a su significado. Si aceptamos la
posibilidad de que en Mateo 2:9 se esté utilizando lenguaje figurado, la conjunción
de Júpiter y Saturno podría en tal caso haberse asociado con el nacimiento de
un «rey» judío. Esto sería especialmente pertinente, si como sugieren Suetonio
(Vespasiano 4) y Tácito (Historias 5:13), en aquel tiempo se esperaba la
manifestación de un gobernador mundial procedente del judaísmo.